viernes, 10 de abril de 2020

Combate naval de Monte Santiago - 8 de abril de 1827

Combate naval de Monte Santiago. Segunda jornada. En horas de la mañana las naves brasileñas reanudan el cañoneo sobre los bergantines República e Independencia, que siguen varados. Al comenzar la tarde, debido al repunte del río, aquellas dos naves lograron zafar. Continúa el combate y en un momento de la lucha el sargento mayor de Marina Francisco Drummond, comandante del Independencia, se traslada hasta la goleta Sarandí en busca de municiones y en la cubierta de esa nave es herido mortalmente. Por su parte el capitán Granville, comandante del República, cae herido gravemente, lo que derivará luego en la amputación del brazo izquierdo. Al caer la noche Brown se retira del combate a bordo de la Sarandí, acompañada por la barca Congreso. Las pérdidas en este combate fueron los dos bergantines que habían varado, setenta muertos y ochenta heridos. Monte Santiago fue un contraste pero a su respecto se ha escrito que hay reveses que honran y enaltecen más que una victoria. Monte Santiago fue uno de ellos. Drummond, que murió heroicamente en este combate, era el prometido de Eliza Brown, hija del Almirante.

 La imagen puede contener: cielo, exterior y agua
Combate Naval de Monte Santiago - 8 de Abril de 1827. Dibujo de Gaston Roullet. Posicion a las 4 de la tarde.Grupo Central: el bergantin Caboclo, las goletas Paula (Norton) Itaparica (estas dos al frente), Conceiçao, Maria Thereza y Río (al fondo) rodean y cañonean a los dods barcos varados y escorados (en segundo plano). Bergantines Independencia y República, acompañados por la goleta Sarandi. A la izquierda: el lugre Princ. Imperial y la fragata Paula (haciendo fuego). Lejos de la Ipiranga, la Imperatriz y los bergantines 29 de Agosto y Rio da prata. A la derecha: un cañon en la playa.

Fuentes:Instituto Nacional Browniano -Filial Tres Arroyos
https://www.histarmar.com.ar/InfHistori…/…/MonteSantiago.htm

Patriotas y Realistas en el Tucumán de 1812

Don Manuel Posse
El Cabildo de Tucumán, que se había pronunciado dos años atrás a favor de Buenos Aires en los sucesos de mayo de 1810, en el mes de agosto de 1812 se encontraba ante una grave disyuntiva. Sus miembros, en su mayoría pertenecían a la clase española, por ser hijos o nietos de peninsulares. Los españoles en sí, conformaban un grupo social privilegiado, nunca se habían sentido iguales a los criollos, aunque sus hijos ya lo fueran. Se consideraban depositarios de la tradición hispánica, señores de la tierra y tenían además pasión por su rey . 

Por todo ello, su situación era peligrosa: si las fuerzas realistas conquistaban Tucumán, mucho tendrían que explicar de su postura en 1810; pero si el Ejército del Norte se estancaba en la ciudad, no tendrían más que tomar partido a riesgo de ser considerados traidores al viejo régimen de gobierno. Sus vidas y fortunas pendían de un hilo y se vigilaban permanentemente las actividades que desplegaban. Así las cosas, era lógico suponer que optarían por un discreto status quo a efectos de comprometer lo menos posible sus intereses. Lo cierto es que, como señala la historiadora Elena Perilli de Colombres Garmendia, Belgrano ordenó que salieran de la ciudad, en los días previos a la batalla, aquellos españoles que pudieran ser sospechados de espías, tal el caso del Teniente Tesorero del Cabildo Manuel Antonio Pereyra, quién fue despachado junto a los demás europeos rumbo a Santiago del Estero.


Cuando se supo de la cercanía del ejército de Belgrano, el Teniente Gobernador, Francisco Ugarte solícito ofreció a Balcarce las armas de la ciudad, mientras el resto de los cabildantes comenzaban a empacar sus bagajes para retirarse junto a sus familias a la vecina provincia de Santiago del Estero. El único de ellos que se quedó y formó parte del ejército patrio fue Cayetano Aráoz, como lo consignó el propio Belgrano .
Doña Agueda Tejerina de Posse

En sí, fueron pocos los realistas que tuvieron la valentía de jugarse abiertamente por su rey.

El gallego don Manuel Posse, quién era el comerciante más acaudalado de la provincia, envió un convoy de carretas con alimentos y bastimentos en auxilio de las tropas realistas comandadas por Pío Tristán. Belgrano se enteró del hecho y ordenó tomar prisionero a Posse, quién debió ser fusilado de inmediato, sin embargo fue enviado a Córdoba, lugar de destino final del derrotado ejército patriota. Allí se resolvería su destino, aunque la decidida actuación de su mujer, doña Agueda Tejerina, dama patricia de gran predicamento en la ciudad, logró dar vuelta la opinión del general. Al perdonar la vida de don Manuel, se granjeó la simpatía de muchos, quienes valoraron ese gesto de magnanimidad, lo que constituyó un golpe político a su favor. Así Posse salvó su vida, aunque tuvo que pagar una cuantiosa suma para el sostenimiento de las fuerzas criollas.
Otro importante comerciante español, don Juan Ignacio Garmendia amigo personal de Tristán, fue más cauto y prefirió esperar el desenlace de los hechos en la ciudad, lo que por algún motivo se le permitió. Al punto que en la mañana de la batalla el general realista pagó a un aguatero para que le llevara una pipa de agua a casa de Garmendia, frente a la plaza de la ciudad, ya que quería darse un baño caliente antes del almuerzo . Tan seguro y ensoberbecido estaba el general realista de que Belgrano no le haría frente en Tucumán, que no tomó mínimas prevenciones, lo que terminaría siendo su perdición.
Gral. Bernabé Aráoz
Las divisiones entre patriotas y realistas eran muy marcadas en el seno mismo de las estirpes tucumanas. En el caso de los referidos Posse, mientras don Manuel, cabeza de la familia, era un activo partidario de la causa realista, no lo era así su mujer doña Agueda quién donó sus joyas y dio ingentes sumas de dinero en apoyo del Ejército del Norte. De sus hijos: Francisco y Simón apoyaban la postura paterna, mientras José Víctor y Vicente prestarían invalorables servicios a Manuel Belgrano y luego al General San Martín en sus estadías en Tucumán, cuando el ejército se acantonó en la Ciudadela. Uno de los vástagos menores del matrimonio, Luis, estuvo entre las tropas de reserva que quedaron en la ciudad el 24 de Septiembre.
En el caso de Garmendia, su mujer, doña María Elena Alurralde, al enterarse que Tristán pretendía almorzar en su casa, según tradición familiar exclamó: Además del baño le voy a preparar una horca, cuya cuerda y dogal serán trenzados con los cabellos de las tucumanas…
Posteriormente, tres de las hijas del matrimonio Garmendia Alurralde contraerían casamiento con oficiales de Belgrano, quién apadrinó la boda, la que se realizó en una sola ceremonia dadas las prisas del ejército. Destaco entre ellas a doña Crisanta Garmendia, quién casó con Jerónimo Helguera, integrante del círculo íntimo del general.
Otro caso conocido ocurrió en el seno de la familia Laguna Bazán. El cura Miguel Martín Laguna era un prestigioso sacerdote y hombre público, nacido a fines del Siglo XVIII. Durante los sucesos de mayo de 1810 fue un realista convencido, oponiéndose a la facción criolla. En 1812 Laguna apoyó decididamente a Pío Tristán mientras se acercaba con su ejército a Tucumán, lo que le costó quedar prisionero por orden de Belgrano. Como muchos sacerdotes de la época, creía que los rebeldes cultivaban filosofías anticatólicas y los combatía con vehemencia inusitada. De manera opuesta pensaba su hermano, el Dr. Nicolás Laguna, quien fue un patriota de la primera hora jugado a favor de la causa independentista. Cuando ocurrieron los sucesos de Mayo, desde el cabildo él propuso que se llamara a representantes de toda la provincia para discutir un sistema de gobierno representativo a los intereses generales.
Así las cosas, no existía mucho margen de acción entre los habitantes de ese pequeño núcleo poblacional que no llegaba a 6.000 almas. Fue por ello que el cabildo no apoyó abiertamente a las fuerzas españolas en marcha, ya que se arriesgaban a sufrir el escarnio público de la mayoría que se había declarado a favor de romper vínculos con España.
Queda imaginar el nerviosismo de aquellos tucumanos: la suerte había sido echada y sus destinos se encontraban ligados al éxito o al fracaso de la causa, con consecuencias probablemente dramáticas.
En sí, los partidarios de la revolución no podían tener muchas esperanzas en ese grupo desmoralizado y derrotado que comandaba un abogado sin experiencia militar y que las circunstancias lo habían convertido en General. ¿Cómo podría enfrentar a ese ejército profesional, que avanza prácticamente sin oposición desde el Alto Perú?
El Combate de Las Piedras vino a cambiar sustancialmente el cuadro de situación: de pronto la vanguardia realista había sufrido una humillante derrota, demostrando que no eran invencibles.
Seguramente ello dio esperanzas para aquellos que temían que si Tristán alcanzaba a Belgrano en Tucumán, lo inevitable sería una masacre, que liberaría a todos los demonios de una guerra que ya tocaba a sus puertas.
A estas alturas, queda claro que no fueron los cabildantes quienes fueron a conferenciar con el General Belgrano en el camino que ya tomaba hacia Córdoba. No eran los representantes del pueblo tucumano quienes le pidieron al general que se quedara a dar batalla en Tucumán. Muy por el contrario, quienes salieron al encuentro de Belgrano fueron las cabezas de la criolla familia de los Aráoz, comerciantes, clérigos y hacendados de gran ascendencia entre el pueblo llano de la provincia. Patrones de cientos de hombres rudos, fogueados en las faenas del campo, quienes trabajaban en sus fincas, especialmente en la zona de Monteros, donde tenían grandes extensiones de tierras.
Esa fue la fuerza real con la cual los tucumanos apoyaron al Ejército del Norte. La embajada, compuesta por Bernabé y Cayetano Aráoz, (que si bien ocupaba un lugar en el cabildo, no fue en su representación), su pariente, el cura Pedro Miguel Aráoz (luego congresal de nuestra Independencia, en 1816), y el oficial salteño Rudecindo Alvarado. Fueron ellos, como grupo representativo del sentir de la mayoría de comprovincianos, quienes lograron convencer a Belgrano, que existía una mínima esperanza. Era el lugar y el momento para jugarse el todo por el todo.
En aceptar el desafío, desafiar la orden de Buenos Aires y dar batalla estuvo la genialidad de Belgrano y esto marcó el destino de la patria naciente.
Mientras, muchos optaron por dejar sigilosamente la ciudad, en Septiembre de 1812, el pueblo llano de Tucumán, animado por sus líderes cívicos fue quién sostuvo al ejército patrio conduciéndolo a una improbable victoria.
Tenían tan poca fe en el General Belgrano y en el triunfo de sus armas, que con conocimiento y consentimiento de él, el gobernador Domingo García y D. Francisco Ugarte echaron en el pozo de sus respectivas casas una gran cantidad de plomo necesario para la fabricación de balas, que estaba en la maestranza pero que no se pudo llevar a Santiago del Estero, por su gran cantidad y peso. En honor a la verdad, García se ocupó de juntar provisiones para los soldados, pero estos sólo fueron hechos aislados . El Cabildo de Tucumán, como institución, no tuvo injerencia alguna en la prédica patriótica que inflamó los pechos y despertó el coraje con el cual Tucumán se convirtió en el sepulcro de la dominación hispánica.
Fuente: José María Posse. del libro "Tucumanos en la Batalla de Tucumán". Tucumán 2012

202º ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE MAIPÚ (1818 - 5 de Abril - 2020)


PLANO DE LA BATALLA.


El 5 de abril de 1818, en los llanos de Maipo, a 20 km al sur de Santiago de Chile, diecisiete días después de la derrota de Cancha Rayada y antes del inicio de las confrontaciones entre las tropas realistas y las de la libertad americana, el General José de San Martín, observando el desplazamiento de las tropas realistas comandadas por Osorio, exclamó: "¡Que brutos son estos godos! Osorio es más torpe de lo que yo pensaba. El triunfo es nuestro. ¡El Sol por testigo!". A las 17 horas de ese mismo día, aún no concluidos los enfrentamientos, en el campo de batalla se fundiría en un abrazo con el General Bernardo O'Higgins, quien exclamaría a su encuentro: "¡Gloria al Salvador de Chile!"
Fuente: "Plano de la Batalla de los llanos de Maypú dada el 5 de Abril de 1818" en Mitre, Bartolomé, Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana, Ediciones Peuser, Buenos Aires, 1946, p.475

Fuente:  Instituto Nacional Sanmartiniano

La ultima carta que escribio el Grl. Belgrano



Hoy, 9 de abril de 2020, se cumplen 200 años de esta, la ultima carta que escribio el Grl. Belgrano, dirigida a su amigo Celestino Liendo, comentandole la situacion politica y le pedia noticias de su ahijadita, Costa de San Isidro, 9 de abril de 1820.
Mi muy estimado cumpa.
Nada se de la familia desde que sali de esa; no he podido escribir, por mis males, y porque ademas, las incomodidades del camino no me lo han permitido; ya hoy me hallo con algun mas descanso y podre repetir lograr esta satisfaccion, si mis enfermedades siguen con el alivio que ahora, pues he logrado tener algunas mas fuerzas, apetito y sueño.
Me he encontrado con el Pais en revolucion, nadie sin embargo se (roto) se va tranquilizando con las buenas disposiciones de nues- (roto) Provincia.
A mi cuma digale V. muchas cosas y que no dejen de darme noticias de mi Ahijadita:V. puede figurarse cuanto debe interesarme su salud y bienestar por todos aspectos.
Expresiones mil a Doña Pepa, a Prudencio, recibiendolas V. con el afecto de la a[mistad] de su affmo.
Ml Belgrano
Costa de San Isidro 9 de
Abril de 1820
Señor Don Celestino Liendo.




"2020-AÑO DEL GENERAL MANUEL BELGRANO"
FUENTE: Archivo de Andrea Belgrano
Suc. Mario C. Belgrano

EL SOLDADO DESCONOCIDO.


En 1945, durante el Gobierno de Facto de Edelmiro J. Farrell, su Vicepresidente, Juan Domingo Perón, creo una Comisión para homenajear al Soldado Desconocido de la Independencia.
Dicha Comisión decidió recolectar restos óseos de Soldados caídos en batalla, durante la Guerra de Independencia.
Se trajeron restos hallados en Salta. De Tucumán no pudieron hallar huesos, así que se extrajo tierra del Campo de las Carreras, lugar de la Batalla. Uruguay aportó sus restos.
De Riobamba, Ecuador, Paracas y Cerro de Pasco, en el Perú, tampoco se pudieron hallar restos, por eso se recogió tierra del lugar de las batallas. En Ayacucho hubo mejor suerte y se extrajeron huesos de los caídos.
Otro tanto ocurrió en Chacabuco y Maypo, donde también se extrajeron restos.
De Bolivia vinieron restos de Suipacha, La Florida, Huaqui y Sipe-sipe.
La marina aportó también restos de marinos enterrados en Martín García.
Y no podían estar ausentes los restos de un Granadero a Caballo caído en San Lorenzo...
Todas estas tierras y restos óseos fueron incinerados y colocados dentro de una urna hecha con el bronce de un cañón de la Independencia.
Se subió esa urna cargada con tanta Gloria, a un tren, y ese tren recorrió el país. A cada pueblo que llegaba, era descendida y homenajeada por los pobladores. Fue escoltada por un piquete de Granaderos.
Por fin llegó a Buenos Aires, y el 29 de agosto de 1945, a las 15:30 hs, fue soldada y colocada en el lugar que ocupa ahora, dentro del Mausoleo del General San Martín.
Y un decreto presidencial dictaminó que el Día del Soldado Desconocido de la Independencia fuera también el 17 de agosto, día de la muerte del Libertador.
Por fuera la urna dice:

"SOLDADO DESCONOCIDO DE LA INDEPENDENCIA. DIO TODO A LA PATRIA Y NADA LE PIDIÓ"

 Fuente :Granaderos Bicentenario

 

DE EPIDEMIAS Y VACUNAS EN LOS TIEMPOS DE BELGRANO

por Luis Horacio Yanicelli (*)


Como sabemos, el Gral. Manuel Belgrano nació en Buenos Aires un 3 de junio de 1770, y falleció en el mismo lugar donde vino al mundo, un 20 de junio de 1820. Retomando nuestros encuentros semanales, vamos a traer en esta oportunidad algunas noticias de que sucedió en los tiempos de la vida de nuestro prócer, en materia de epidemias, en un mundo que tenía muchos menos recursos y conocimientos científicos de los que dispone la generación nuestra.


El Virreinato del Río de la Plata, fue creado en el año 1776, por el rey de España D. Carlos III, designándose capital del mismo a la ciudad de Buenos Aires. El primer Virrey fue D. Pedro de Cevallos, quien duró muy poco tiempo en sus funciones, apenas una año, siendo reemplazado por D. Juan José de Vertiz quien al poco tiempo de hacerse cargo del gobierno, ordenó que se higienizara la ciudad capital, ya que se había convertido en una sucia ciudad portuaria. Asimismo dispuso la creación del Protomedicato a fin de supervisar las medidas de sanidad pública, la educación sanitaria y la matriculación de los nuevos médicos, nombrando al frente de dicha institución al doctor MICHAEL O’GORMAN, de origen irlandés, medidas estas que mejoraron enormemente las condiciones de vida de la ciudad.

Dr. Michael O´Gorman
En la década de los años 90 del siglo XVIII, la viruela hizo estragos en toda la América española, pero al final de la misma, el médico inglés Edward Jenner, concretamente en 1798, creo la vacuna contra la viruela.


Edward Jenner.-
Dicha vacuna, o la vacuna de Jenner, se preparaba a partir de un virus vacuno, de ahí el nombre. El científico en sus observaciones notó que los ordeñadores de vacas a menudo desarrollaban pústulas similares a las que producía el virus de la viruela y que las contraían mediante la exposición continua a las ubres de la vaca, pues estas pústulas se presentaban también con frecuencia en ellas. Reparó en que los ordeñadores no se enfermaban con el virus de la viruela durante los grandes brotes de la enfermedad, por lo que dedujo que, a través de las pústulas, desarrollaban cierta protección. Es así que probó extrayendo material de las pústulas de la vaca para después inyectarlo en el brazo de un niño de 8 años. Poco después, durante un brote infeccioso de viruela, expuso intencionalmente a este niño con el material obtenido y encontró que la enfermedad no se había desarrollado.


Observaciones de Edward Jenner.-
La superstición de la época llevaba a que muchas mujeres se resistiesen a ser vacunadas, por temor a que sus pechos adoptasen forma de ubres vacunas.

 También se realizaron caricaturas  en que se comenzó a aplicar la vacuna contra la viruela, que satiriza a la gente que temía que la aplicación de la vacuna les hiciese que en su cuerpo surgieses apéndices vacunas.-
Lo real y cierto, según nos cuenta en “Epidemias en Buenos Aires desde la época colonial”, León Benarós; fue en el año de 1805, que por orden del Rey de España Carlos IV, se mandó a vacunación general en el virreinato. Y a pesar de las resistencias, no obstante ello, se realizó razonablement, para lo que se podía esperar en aquella época.


Pero lo mas interesante, es que como resultado de las investigaciones y pruebas llevadas a cabo por el padre Feliciano Pueyrredón - hermano mayor de Juan Martín, el que fuera héroe de las Invasiones inglesas y luego Director Supremo - y el doctor Francisco Javier Muñiz, con vacas argentinas, lograron obtener la primera vacuna antivariólica hecha en el país. En estos tiempos, Manuel Belgrano era el Secretario a Perpetuidad del Consulado de Buenos Aires. Podríamos bien decir, que en los estudios y experimentos Pueyrredón-Muñiz, nació la investigación científica local argentina.



Dr. Francisco Javier Muñiz.
En el siglo XIX, el cólera se había extendido desde la India hasta Inglaterra y de allí a Buenos Aires. En el año de 1817, se produjo una pandemia, (la enfermedad pasa de uno a otro país), de cólera. En 1818 llega a Buenos Aires produciendo cuadros verdaderamente graves en la población. Entre los enfermos se incluyó al doctor Ventura Salinas, quien luego en 1833, publicó un estudio sobre la enfermedad, de la cual fue médico y paciente en forma simultánea. El Dr. Salinas, muere fusilado en la guerra civil, por el bando rosista en el año 1843, junto a otro colega suyo el correntino Dr. José Gregorio Acuña.
La gravedad de la pandemia de cólera fue tremenda, según lo informa el propio Dr. Salinas, el promedio se resumía en que moría uno de cada dos afectados.
En Buenos Aires, el Hospital principal funcionaba bajo la dirección y atención de los Hermanos de la orden de los Betlemitas, sus recursos fueron sufragados durante todo el siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX, por aportes de las familias principales de la ciudad, entre las que se contaba, desde luego, la familia Belgrano. En el Archivo General de la Nación, podemos encontrar el nombre de otros aportantes, como la familias Alzaga, Escalada, Aguirre, Azcuénaga, Pueyrredón, Larrea, Ezcurra, Anchorena, Rozas, Vieytes y varios más.


Durante el transcurso de los 34 años de existencia del Virreinato del Río de la plata, esto es entre que fue creado y la Revolución de Mayo de 1810, se establecieron instituciones que vivieron mas allá de la declaración de la independencia. La Aduana, el Consulado y las Intendencias, fueron las bases de la organización gubernamental post revolucionaria. En la organización sanitaria de Buenos Aires, durante el virreinato, es menester distinguir la obra hospitalaria y la creación en 1798 del Protomedicato, siendo este último la asunción por parte del Estado, de la responsabilidad de velar por la salud y la calidad de la asistencia sanitaria a la población. Los funcionarios del Protomedicato, los protomédicos, inspeccionaban los hospitales y todas las casas particulares que atendían heridos y enfermos, a fin de inquirir de los mismos pacientes acerca de la calidad de la atención que se les brindaba, con el deber de requerir e indicar, en todos los casos, aquello que considerasen necesario para la mejor atención de los enfermos y heridos. Esto demuestra la vocación progresista de la sociedad porteña.



Tribunal del Protomedicato de Buenos Aires, en plena Sesión.-
Pero los fundamentos organizativos elevados, no fueron una cuestión espontánea de la sociedad de Buenos Aires, sino que venían en las propias instrucciones e indicaciones, que los reyes de España daban a los funcionarios coloniales, los que como es sabido, en la mayor parte de los casos, se encargaron de desnaturalizar aquellas mandas u anhelos de la corona metropolitana. Desde el plano de Juan de Garay, observamos el orden bajo el que se debían levantar las ciudades.


La ciudad colonial se levantaba en función de las definiciones establecidas en los “Los diez libros de Arquitectura” de Marco L. Vitruvio. El característico trazado en damero consigna, «las manzanas reservadas para la plaza, el fuerte, los conventos de San Francisco, Santo Domingo, Santa Úrsula y para el hospital, un solar para el Cabildo y la cárcel y otro para la iglesia mayor». Si nos fijamos en la parte inferior de la figura, se observa una edificación cuyo perímetro tiene la forma de una estrella, pues bien, ese edificio debía ser el fuerte, que finalmente se construyó con un formato distinto, pero la forma de estrella es precisamente, la que San Martín y Belgrano le dieron a la construcción del fuerte para asiento del Ejército Auxiliar del Alto Perú en la ciudad de San Miguel de Tucumán, en el año 1814.-


Belgrano y San Martín, hicieron vacunar a sus tropas contra la viruela. Belgrano lo deja asentado en su Diario de Marcha del Ejército del Norte y San Martín consta y obra en nota dirigida al Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón en el año 1816. Obviamente, expresan opiniones limitadas al respecto, pero lo que sí podemos señalar es que ambos, valoraban la importancia de la vacunación y eran conscientes del peligro de las epidemias, lo que en sí mismo ya constituye todo un dato.

(*) Miembro de Número del Instituto Nacional Belgraniano y Presidente del Instituto Belgraniano de Tucumán.-

jueves, 12 de julio de 2018

Protestas Sociales y rebeliones contra el orden establecido: una mirada sobre el pasado colonial de Jujuy, Argentina



Alicia A. Fernández Distel (2016)
Algunos datos a tener en cuenta 
En el Alto Perú, o sea en los actuales estados andinos de Perú y Bolivia, área circundante del Lago Titicaca, pleno Altiplano sudamericano, las rebeliones  contra la opresión del español se agrupan en dos momentos: el primero cercano al descubrimiento y conquista por parte de los europeos  entre 1536 y 1572, el segundo  doscientos años después   entre los años 1770 y 1790.
En el primer momento resalta la figura de Tupac Amaru (o 1ª), auténtico Inca decapitado por los españoles. En el segundo sobresale la figura del cacique José Gabriel Condorcanqui (Tupac Amaru 2ª). También la de otro rebelde: Tupac Catari con su cerco a la ciudad de La Paz (1781-82). Ver mapa adjunto extraído de Bidondo, 1989.
Avanzando hacia el Sur, hacia los límites del dominio español, los testimonios sobre levantamientos se esfuman, al intervenir etnias extra-andinas no incluidas en el área más oprimida por el sistema colonizador.
Los Incas, respecto al primer grupo de protestas, ya tenían su experiencia, del momento que entre los años 1450 y 1480 venían de reprimir ellos, y en cierta manera replegarse, el avance chiriguano (guaraníes) desde el Oriente.
En los Archivos Históricos de nuestras provincias y en el de Indias de Sevilla (España), pueden consultarse documentos del último periodo colonial que se explayan sobre el segundo grupo de insurrecciones, aludiendo a Tupac Amaru (2ª). Respecto al primer grupo de protestas quedan también documentos, aunque prima la historia oral. En este marco, sobresale en la oralidad de Jujuy el tema del “rescate en oro” solicitado desde Perú, para salvar al Inca.
Otro grupo de leyendas entran en el plano del mesianismo al proclamar el regreso del Inca, en la figura de Incarrí o Inca Rey.
Casi todos los historiadores de las repúblicas andinas nacidas luego de la expulsión de los españoles coinciden en señalar que el levantamiento de José Condorcanqui es un antecedente de sus “Independencias”. Sobre todo por integrar a esclavos, criollos, mestizos, españoles librepensadores (Valcarcel sin año).
Como antecedente libertario, el movimiento de Tupac Amaru 2 significó un alerta a la capital del Virreinato del Río de La Plata, que mandó tropas pacificadoras desde Buenos Aires al Alto Perú.
Alzamiento de Tupac Amaru 2 en Jujuy
Dice Boneslao Lewin, autor del libro “La insurrección de Tupac Amaru”, que la noticia de la existencia de un conato de rebelión allá en Cuzco (Perú) había llegado a Jujuy y Salta con rapidez. Había una cierta fascinación por la figura del “Inca rebelde” (Condorcanqui- Tupac Amaru 2ª). Indios y plebe deseaban actuar en concordancia con lo que sucedía allá lejos y se aglutinaron en torno a la figura de José Quiroga. No se sabe si era precisamente un toba o un mestizo, pero actuaba como traductor del idioma toba allá en la Misión de San Ignacio de Los Tobas, hoy zona de Ledesma.
Aprovechando sus relaciones con distintas etnías chaqueñas, pues además de interprete había sido soldado en varios Fuertes españoles de la región, Quiroga, en el otoño de 1781 intenta organizar una toma de la ciudad de San Salvador de Velazco (Jujuy). Si bien apoderarse de la ciudad les fue imposible, por distintos pasos en falso y delación de las tácticas, sí les fue factible    atacar el Fuerte del Río Negro (conocido también como Chalicán).
Trascendieron nombres de cabecillas de Quiroga, como ser Gregorio Suárez y Basilio Erazo. Hoy se reconocen como próceres a sus represores: Gregorio Zegada como el militar actuante, José de la Cuadra como Alcalde del Cabildo Jujeño, Andrés Mestre como Gobernador de Tucumán.
En la Puna también hubo repercusiones que fueron más conmovedoras, del momento que aquí es el elemento poblacional coya, con su mentado caracter hermético y pasivo, quien se sensibilizó con las noticias que llegaban desde el Alto Perú.
Rinconada, Cochinoca, Santa Catalina, Casabindo fueron lugares con alzamientos propios como el del gobernador indio de Rinconada Manuel Caraguara quien avanzó con un ejército propio hasta la capital de Jujuy; y libró batalla el 28 de junio de 1781.
Para el mes siguiente cuenta una rebelión en la zona productiva (o de Valles de Jujuy) donde intervienen tobas, sin quedar aclarado si se inscribe en un ataque concertado con todo lo anterior.
La Ciudad de San Salvador de Velazco en el Valle de Jujuy, en mérito a la formidable represión y cruento castigo a los rebeldes recibió el título otorgado por el Rey de España Carlos III de “Muy leal y Constante” (1785). Ello como reflejo de la distinción de “Fidelísima” que había recibido Cuzco (Perú).
Las mujeres – las banderas
Si algo hay que rescatar de la segunda insurrección en el Alto Perú es la importante intervención de esposas y “cacicas”, es decir mujeres que ejercían el cacicazgo en la sociedad aymara, profundamente matriarcal. Para lo de Jujuy, no hay datos.
Errónea es la postura de Pigna (2015) quien nos cuenta que las mujeres, entre tiempo de los encontronazos, tejían “mantas con los colores prohibidos por los españoles” y que de allí surgió la bandera multicolor cuadriculada con los tintes del arco iris que hoy se enarbola no oficialmente en toda la región.
Primero que no hay datos de que hubiera colores prohibidos por los conquistadores. Segundo, que multitud de documentos hablan de una bandera blanca (igual que su caballo) que siempre llevaba José Gabriel Condorcanqui. Fantasías aparte, sería conveniente que los responsables de aleccionar con datos históricos lo hagan convenientemente.
El cacique Condorcanqui, “Inca rebelde” o impostor, entró al ideario andino con el halo del continentalismo, al autoproclamarse “Inca y Rey del Perú, Quito, Buenos Aires y los continentes del mar del Sur, señor de Río de las Amazonas con dominio sobre el Gran Paititi”; su esposa Micaela Bastida tardó en entrar en la historia. Recién será cuando se generalicen los problemas de género finalizando el siglo XX se la reconocerá.
Sobre martirios y puniciones
El fenómeno universal y sensibilizador de multitudes que es el martirio cruento dejó su huella en el crecimiento de la figura del arrogante cacique Condorcanqui: los españoles, allá en Cuzco, lo condenaron a morir descuartizado, aunque terminó siendo ahorcado un 18 de mayo de 1781.Su familia y acólitos sufrieron parecidas afrentas.
Aunque todo se había desencadenado allí en el pueblo de Tupac Amaru 2 cuando él a su vez ahorca al Corregidos español y martiriza a quienes apoyaban el régimen. Cuenta el peruano Valcarcel, basándose en buena información que Condorcanqui pagaba a su tropa por español muerto.
Qué nos dice la historiografía del siglo XXI
Superados los espurios intereses académicos de la historia económica y social marxista, que, muy romántica ella, veía al nativo andino como un ser absolutamente armonioso y coherente con su entorno, surgieron escuelas analíticas y propensas a leer la “letra chica” en los documentos coloniales.
En este marco se inscribe Daniel Santamaría quien además se especializa en la etnohistoria. El tema de Tupac Amaru 2 no les es indiferente y tiene su opinión al respecto. El conflicto interétnico, como realidad histórica no es de minimizar, dice. Sin embargo, sostiene:
“La incorporación indígena debió enfrentar posiciones más o menos amplias, pero no estructurales y, a menudo, los desajustes en la incorporación produjeron conflictos puntuales, que una vez superados, permitieron que esa incorporación continuase” (2008:15).
En el mismo artículo se pregunta sobre si las fricciones interétnicas en los Andes configuran una onda permanente o si constituyen conflictos específicos derivados del proceso de adaptación al sistema colonial. Poniendo como salvedad que, al analizar documentos, él encuentra intencionalidad en aquellos cronistas del siglo XVIII y XIX en borrar los límites entre lo indígena, lo criollo y lo mestizo, hay que avanzar sobre el tema de la crisis final de crecimiento y prosperidad del sistema colonial. Tal vez allí haya muchas respuestas a nuestras revueltas independentistas.
Esa es la posición que tiene el movimiento tupamarista en la historia de América. Ya preanunciada en esos censos y visitas a comunidades en las que se registra una plebe multiétnica. Los sectores populares, en la América Andina del siglo XVIII, estaban integrados por gente de todas las castas y en todas sus mezclas posibles. Dice el historiador:
“Vivían en el seno de la sociedad colonial o en fronteras reconocibles, conocidas y en muchos casos controladas. Trabajaban para los productores o tenían sus propios negocios de pequeña escala. En el censo de 1778 solo la cuarta parte de la población de San Salvador de Jujuy era clasificada como española; otra cuarta parte se reputaba mestiza; un quince por ciento indígena y poco más de la tercera parte mezclas de africanos” (2008:18).
En este marco es de entenderse que miles de indígenas acriollados (la plebe de Jujuy) hayan colaborado con las autoridades virreinales para reprimir alzamientos en las yungas y en la Puna. También que hayan participado de los ejércitos creados ad hoc para reforzar la seguridad de ciudades, misiones y fuertes. Ello no obnubilaba al pueblo- la plebe- la soldadesca mezclada y el relato tupamaro iba creciendo y hoy en pleno siglo XXI tenemos repercusiones. 
Además de los autos y expedientes escritos qué hay de la iconografía
Hay distinta iconografía (arte rupestre pintado) que parecería representar las Guerras Omaguacas (1561-1594), sobre todo concentrada en pasos y quebradas a donde esta etnia se había refugiado para resistir la primera entrada del español  ( Fernández Distel 1992). Es una imaginería sintetizable en la exploración de la figura del caballo, animal nunca antes visto.
Verdaderas crónicas pintadas en las piedras donde se ilustran batallas entre hombres de a caballo y con armas de fuego e indios de a pie y con sus hondas, lanzas, picas, macanas, sólo se ven en la zona del lago Titicaca. Concretamente en el sitio WayllaPhu´ju, donde se pintó en blanco, amarillo, negro y rojo.  Se ve allí la crónica de una batalla en la que intervienen 180 personas algunas montadas y otras a pie. Se ven animales arreados, y la representación de los hombrecitos caminando en actitud de marcha y blandiendo el arma (de fuego y de las otras) es bien clara. Los trajes amarillos y rojos de los españoles no dejan dudas. Según los especialistas (Strecker 2002) es una representación de batalla en el marco de la rebelión de Tupac Catari, para la misma época de la de Tupac Amaru 2ª en Cuzco.
Es de esperar encontrar algo así en nuestra zona andina meridional, aunque, como opina Santamaría, las repercusiones de lo que acontecía en Cuzco en 1781, fueron mínimas en Jujuy.
Otro capítulo aparte y relacionado con la adaptación del hombre al sistema político hegemónico sería todo lo relacionado con Quera, en la Puna, en el siglo XIX, de lo cual tampoco hay iconografía.
                                       El panel pintado de la batalla en Waylla Phu´ju, Bolivia


Mapa tomado de Bidondo 1989, El Alto Perú, insurrección, libertad, Independencia, Buenos Aires,549 p.

Arte Rupestre en Barrancas-Abdón Castro Tolay mostrando escena de luchar y hechicería

viernes, 25 de mayo de 2018

Los 25 de Mayo ¿Qué celebramos los juneños?

 Por Manuel Omar Armas *

Primera Bendicion y Jura de la Bandera Nacional en Jujuy:

Hacía pocos días que el General Belgrano había llegado a Jujuy, donde continuaba con la tarea de reorganizar los restos del ejército del Norte Luego del desastre de Huaqui. Para ello debio vencer los innumerables obstáculos que se le presentaban a cada paso. Decidido a celebrar el segundo aniver- sario de la Revolución de Mayo. Decide presentar al pueblo la Bandera que el mismo denomina nacio- nal y hacerla bendecir en la Iglesia Matriz para que luego la tropa la jurara. Pronunciando su arenga en la Plaza: “el 25 de Mayo será para siempre memorable en los anales de nuestra historia y vosotros tendréis un motivo más de recordarlo, cuando veis en él por primera vez, la bandera nacional en mis manos que ya os distingue de las demás naciones del globo, sin embargo, de los esfuerzos que han hecho los enemigos de la sagrada causa que defendemos, para echarnos cadenas aún más pesadas que las que cargabais. Pero esta gloria debemos sostenerla de un modo digno, con la unión, la cons- tancia y el exacto cumplimiento de nuestras obligaciones hacia Dios.”

Reconocimiento: Este hecho fue reconocido por la historia y por las autoridades nacionales. En 1911 el Congreso Nacional sancionó la ley 8220, en cuyo artículo primero estableció: “El Poder Ejecutivo procederá a conmemorar en la ciudad de Jujuy, el 25 de mayo de 1912, el centenario del primer jura- mento y bendición de la bandera argentina”.
La bendición y el juramento de la Bandera realizados en Jujuy, el 25 de mayo de 1812, queda compro- bada cuando el mismo Belgrano, de puño y letra, expresa en carta dirigida al Triunvirato: “La tropa de mi mando no menos ha demostrado el patriotismo que la caracteriza: asistió al rayar el día á conducir la bandera nacional, desde mi posada, que llevaba el barón de Holmberg para enarbolarla en los balcones del ayuntamiento, y se anunció al pueblo con quince cañonazos. . […] la presenté al deán Juan Ignacio Gorriti que salió revestido á bendecirla, permaneciendo el preste, el cabildo y todo el pueblo con la mayor devoción á este santo acto. […] Por la tarde se formó la tropa en la plaza y salí en persona á las casas del ayuntamiento, donde me esperaba con su teniente gobernador, saqué por mí mismo la bandera y la conduje acompañado del expresado cuerpo, y habiendo mandado hacer el cuadro doble, hablé á las tropas […], las cuales juraron con todo entusiasmo, al son de la música y última salva de artillería, sostenerla hasta morir”. (Carta dirigida al Triunvirato fechada en Jujuy el 28 de mayo de 1812 cuyo original se encuentra en el Museo Mitre de la ciudad de Buenos Aires).

Por lo expuesto los jujeños debamos sentirnos orgullosos de aquel reconocimiento que el prócer dirigió con fecha
29 de mayo de 1812 al gobierno de Buenos Aires diciendo en ocasión de la bendición: “He tenido la mayor satisfacción de ver la alegría, contento y entusiasmo con que se ha celebrado en esta ciudad el aniversario de la libertad de la Patria, con todo el decoro y esplendor de que ha sido capaz, así con los actos religiosos de víspera y misa solemne con Te Deum, con la fiesta del alférez mayor don Pablo Mena, cooperando con sus iluminaciones todos los vecinos de ella y manifestando con demostracio- nes propias su regocijo… .No es dable a mi pluma pintar el decoro y respeto de estos actos, el gozo del pueblo, la alegría del soldado, ni los efectos que palpablemente he notado en todas las clases del Estado, testigos de ellos; solo puedo decir que la patria tiene hijos que sin duda sostendrán por todos medios y modelos su causa, y que primero perecerán que ver usurpados sus derechos”.

BELGRANO CREA UNA NUEVA BANDERA NACIONAL:
Presentada el día 25 de mayo de 1813, después del Tedeum, en nuestra Iglesia matriz, “para que con- servará con el honor y el valor que habían manifestado los dignos hijos de esta ciudad y su jurisdic- ción que habían servido en mi compañía en las acciones de 24 de septiembre y 20 de febrero ultimo; espero que sea de la aprobación de V.E. Dios guarde a .V.E. muchos años, Jujuy 26 de Mayo de 1813 (oficio de Belgrano dirigido a Feliciano Chiclana).

¿Quiénes confeccionaron la BANDERA?
Según oficio de Belgrano del 28 de Mayo de 1813, se gastaron “ . .TREINTA Y CUATRO PESOS Y CUATRO REALES , IMPORTE DE LAS SEIS VARAS DE RAZO ABONADOS A GABRIEL PORTAL el 24 de mayo de 1813 y VEINTICINCO PESOS A JUAN BALZERA POR EL TRABAJO DE PINTAR LAS ARMAS DE LA SOBERANA ASAMBLEA…”

ENTREGA AL CABILDO:
Dio la bandera Belgrano al ayuntamiento, como presa de los destinos comunes que aquel pueblo y este héroe, habían sellado en 1812, con el victorioso juramento de Mayo y el Éxodo triunfante de agosto. . El acta del Cabildo, fechada el 29 de mayo de 1813 dice:

“…Que para perpetuar la plausible memoria de los buenos hijos de la patria y ciudadanos de este pueblo, se asiente en este libro de acuerdos, una constancia de la generosidad con que en los días veinte, y quatro, y veinte, y cinco del corriente se dignó el Señor General en Jefe del Ejército Auxiliar Don Manuel Belgrano, ceder, y poner en manos de este ayuntamiento la Bandera Nacional (de nuestra libertad civil), y en el dicho día anterior dos escudos en que con cada uno de ellos se describen los gloriosos triunfos de las armas victoriosas del Ejercito de la Patria en las dos acciones del Tucumán y Salta…”…“y veinte, y cinco del corriente se dignó el Señor General en Jefe del Ejercito auxiliar Don Manuel Belgrano, ceder, y poner en manos de este ayuntamiento la Bandera Nacional” (e interlineado como para individualizarla mejor): “de nuestra libertad civil”. Este concepto ya fue ungido desde Mayo de 1810, como ser Gorriti, manifiesta ante al Junta de Gobierno, el 4 de mayo de 1811, defendiendo el sistema federal “ i adelantamos un paso hacia la Libertad Política a que aspiramos…” autoridades políticas nacionales expresan “ Regeneración civil o política”, el mismo Belgrano en su oficio del 13 de Febrero de 1813, en el Rio Pasaje, concluye diciendo “. . que deben afianzar las esperanzas de cimentar muy en breve el gran edificio de nuestra Libertad Civil . .”, los mismos vocablos que se expre- san en el acta del Cabildo del 26 de Mayo de 1813

LAS DOS BANDERAS:
“ Señor Coronel Don Feliciano Chiclana; excelentísimo señor: para recordar la memoria del día de nuestra feliz regeneración acordó este ilustre ayuntamiento sacar en el pasado de la tarde el 24 de Mayo, una Bandera celeste y blanca, como trofeo más análogo a los ´principios de nuestra libertad, y el 25 , después de la solemne función se hizo al todopoderoso en al Iglesia matriz, se bendijo a presencia del pueblo, una BANDERA BLANCA, que el señor Gral en Jefe ha donado a esta ciudad, en cuyo centro se hallan estampadas las armas de la Soberana Asamblea Constituyente, ENARBOLADA ÉSTA ESTUVO A LA ESPECTACIÓN PUBLICA TODO EL DÍA EN LA GALERIA DEL CABILDO, vítores y acla- maciones solo han resonado en este pueblo , en vista de tan majestuosos respetable acto. .(Oficio de Francisco PICO al Gdor Intendente Don Feliciano Chiclana, 31 de Mayo de 1813).

Conclusion:
Así tenemos que el 25 de mayo de 1812, con la presencia del propio Belgrano , se realizó en Jujuy el primer juramento de la bandera argentina; y que el 25 de mayo de 1813, después de aquel juramento y en premio de los sacrificios del Ëxodo, Belgrano repitió en Jujuy las nuevas fiestas mayas y dio a la ciudad, “para que la conservara”, una bandera que debía sustituir al tradicional estandarte Real, y que el acta capitular pertinente llama por ese motivo y por el escudo que tenia pintado: “ la Bandera Nacional de Nuestra Libertad Civil”

NORMAS LEGALES,
  • Ley Nª 403/20; prohíbe su traslado a otro lugar con el fin de preservar una integridad física que ya mostraba signo de claudicación transcurridos más de cien años.
  • Ley Nª 5431/05; dispone celebrar el “DÍA DE LA CREACIÓN” de esta bandera todos los 25 de mayo, en recuerdo de su presentación al pueblo, en 1813. Además. El PE, dispondrá la programación ´para que conjuntamente con la celebración nacional, se realicen actividades alusivas al “Día de la Bandera Nacional de Nuestra Libertad Civil”. Los actos que se organicen en los establecimientos educacionales deberán cumplirse el propio 25 de mayo o el día hábil inmediato anterior.
  • Ley 5772 la Legislatura de la Provincia reconoce como Bandera Oficial de la Provincia de Jujuy a la Bandera Nacional de la Libertad Civil, creada por el General Manuel Belgrano. Ley 27.134 En 2015, el Congreso Nacional aprobó la ley que reconoció a la Bandera Nacional de la Libertad Civil como símbolo patrio histórico de todos los argentinos
CONSIDERACIONES:
En el país no existe una bandera más antigua y ni mejor documentada y glorificada que la bandera de Jujuy. Su gloria consiste en haber sido entregada por el propio Belgrano “..para que la conservara”. La Bandera es una reliquia histórica por ser la única Bandera que nos legó Belgrano a todos los argentinos, por ser la única hasta hora documentada por lo tanto es justo que Jujuy sea considerada como su protectora y además ser reconocida como primera ciudad de tuvo una bandera civil o ciudadana, las anteriores fueron del ejército o de “guerra”, es oficial por cuanto fue mandada por una autoridad habili- tada para ello, el capitán General de la región y entregada en custodia a otra autoridad pública reconoci- da, el Cabildo Jujeño, que demuestra el valor de la ciudadanía en la lucha por nuestra independencia.

Reflexiones;
Los jujeños, poseemos el orgullo de haber asistido a la primera bendición y jura de la BANDERA NACIONAL, y además Belgrano dono al pueblo de Jujuy la BANDERA NACIONAL DE NUESTRA LIBERTAD CIVILla primera del país, El Gral Manuel Belgrano nos la lego, debemos sentirnos orgullosos, porque fuimos fieles defensores de la causa revolucionaria, hicimos nuestro aporte por quince años para que la patria se consolide como Nación.

* Profesor de Historia , Historiador y Presidente del Colegio de Profesores de Historia de Jujuy

viernes, 22 de septiembre de 2017

GENERAL PABLO ALEMÁN, Gobernador de Jujuy

Fallecimiento -  22 de Setiembre 1845
Nació en Canelones en el año 1791, siendo sus padres Antonio Alemán, natural de Barcelona y Gregoria Rivero, montevideana.  El 1º de mayo de 1811 era capitán del Regimiento “Voluntarios de Canelones”.  Ingresó al ejército patriota que sitiaba a su ciudad natal, en clase de capitán de la 5ta Compañía del 2º Escuadrón del Regimiento Voluntarios de Caballería de Maldonado, el 12 de agosto de 1811, después de haber asistido a las órdenes de José Gervasio de Artigas, a la batalla de Las Piedras, el 18 de mayo del mismo año, en la cual Pablo Alemán tomó parte en el ala derecha patriota incorporado a la compañía comandada por Antonio Pérez.
Levantado el sitio de aquella capital, Alemán vino a Buenos Aires y el 5 de diciembre de 1812 pasó a servir con el mismo empleo de capitán, al Regimiento Nº 4 de Infantería, cuerpo con el cual se batió en el Cerrito, el 31 del mismo mes y año.  También sirvió en Granaderos de Infantería de marzo a junio de 1813.  El 9 de junio de 1813 pasó a prestar servicios en la 2ª Compañía del batallón Nº 7, marchando a incorporarse al Ejército del Alto Perú, donde ya se encontraba en los primeros meses de 1814.  El 30 de enero de 1815 firmó el Acta que se levantó en aquel Ejército, desconociendo la autoridad del general Alvear y negándole obediencia.  El 17 de febrero de 1815 ascendió a sargento mayor del Batallón Nº 8.
Hizo la campaña de este último año a las órdenes del general Rondeau, asistiendo al combate del Puesto de Márquez el 17 de abril y a la desgraciada batalla de Sipe-Sipe, el 29 de noviembre de 1815.  El 20 de abril de 1816 en reemplazo del comandante Juan Navarro del 2º Batallón, pasó al Regimiento Nº 9 de Infantería en calidad de sargento mayor, antigüedad que se le reconoció por despachos del 26 de abril de 1817.
Posteriormente intervino en la lucha contra los realistas, formando parte de las huestes de Martín Miguel de Güemes, en cuyas filas ascendió a teniente coronel, y el 3 de setiembre de 1821 se le nombró teniente coronel-comandante de los “Cívicos”, obteniendo más adelante su reforma militar.
El 2 de enero de 1826, a causa del estallido de la guerra con el Brasil, el Congreso Nacional dictó una Ley cuya reglamentación hizo conocer de inmediato el P. E. disponiendo que los militares reformados debían presentarse al Gobierno inmediatamente.  Alemán se dirigió en abril del mismo año al Poder Ejecutivo Nacional, informándole que no podía dar cumplimiento a la precitada Ley, en razón de su numerosa familia, empresas mercantiles que dirigía y que se vio obligado a emprender después de la disolución del Ejército en Arequito, salvo el caso de imprescindible necesidad de su persona; y pedía ser exceptuado de los beneficios que acordara la Ley a los de su jerarquía, haciendo presente que no se dirigía por intermedio del gobierno provincial “por motivos particulares que habían preparado las comisiones fiadas a su desempeño”.  El 2 de mayo le contestó el Gobierno Nacional, declarándole que había dado cumplimiento a la ley, dándosele las gracias y previniéndole que se le tendría en cuenta por si convenía emplearlo.
En 1827 formó parte de la Junta Provincial que proclamó al general doctor José Ignacio de Gorriti, siendo delegado Alemán, en compañía de Manuel Solá, para apersonarse al gobernador electo y vencer las resistencias que oponía para ocupar el poder.
El 8 de febrero de 1932, el gobernador de Salta coronel Pablo de Latorre, delegó en Alemán el mando de la provincia, y en conocimiento éste, que Cruz Puch y Napoleón Güemes intentaban un movimiento subversivo, ordenó su detención, siendo conducido a Castañares.  El 25 de octubre, sobornando sus guardianes, ambos jefes presos se sublevaron apoderándose de la ciudad de Salta, logrando Alemán, después de correr mil peligros, dirigirse a la frontera donde reunió algunas fuerzas e incorporándose a Latorre, marchó con éste sobre los rebeldes derrotándolos en los campos de Pulares, el 7 de noviembre.  Después de haber vivido mucho tiempo en la más completa armonía, se indispusieron repentinamente, acusando éste a su compadre Alemán de que conspiraba para deponerlo, desterrándolo de Salta.  Alemán se refugió en Tucumán, desde donde se puso en contacto con algunos oficiales descontentos y se presentó en la frontera con 100 hombres.  En conocimiento Latorre de lo que sucedía, marchó para Jujuy, reunió 1.000 hombres, pero apenas salió el gobernador de Jujuy recibió la noticia de que Alemán había sido tomado por sorpresa en su campamento y capturado conjuntamente con el comandante Ovejero, el cual fue pasado por las armas a las 24 horas, mientras que Alemán salvó la vida gracias a la intervención de la esposa del gobernador, Petrona Sierra de Latorre, y al de su hija Rafaelita, y otras personas influyentes de Salta.
Independizado Jujuy de Salta, el 18 de noviembre de 1834, el brigadier general Pablo Alemán fue llevado a su gobierno por imposición del general Alejandro Heredia, el 28 de marzo de 1836 en carácter de gobernador provisorio, siendo elegido titular en las elecciones del 3 de abril de 1837.  Cuando se declaró la guerra entre la Confederación Argentina y la República de Bolivia, el general Heredia, generalísimo de las fuerzas argentinas, destacó al general Alemán con una buena división, el que marchando por la falda oriental de las montañas de Humahuaca trató de cortarle la retirada al general enemigo Brün por el abra de Zenta, el cual al tener conocimiento del avance de Alemán, se retiró a marchas forzadas.
Durante su período de gobierno, Alemán dirigió todos sus afanes a destruir la fracción unitaria existente en Jujuy, por lo que fue felicitado por Juan Manuel de Rosas.  Entre sus buenas iniciativas merece citarse la reedificación del templo de San Francisco; la distribución en tres instancias, del poder judicial, para garantizar la justicia de las sentencias, y algunas otras mejoras.
El 28 de noviembre de 1838 fue derrocado por los jefes de la guarnición Iriarte e Iturbe, los que pusieron en prisión al gobernador en Palpalá, donde se encontraba.  Alemán logró emigrar a Chile, regresando al territorio argentino un tiempo después, incorporándose al ejército del fraile Aldao en calidad de jefe de estado mayor, fuerza aquella que operaba en las provincias del Norte.  Después del combate de Las Quijadas, librado el 2 de enero de 1841, el general Alemán se apoderó de la ciudad de San Luis de la que fue designado gobernador militar por algunos días.  El 1º de marzo de 1840 había sido incorporado al Ejército de la Provincia de Buenos Aires con el empleo de coronel mayor.
Posteriormente regresó a Buenos Aires, donde Juan Manuel de Rosas lo designó Jefe de Policía interino de la Capital en reemplazo de Bernardo Victorica, el 18 de febrero de 1845, puesto que desempeñó hasta el 22 de setiembre del mismo año, en que falleció a la edad de 54 años, siendo enterrado en el Cementerio del Norte.  Rosas dispuso que los empleados llevaran luto por espacio de tres días.  “La Gaceta Mercantil” le dedicó un sentido artículo necrológico.  Poco después sus restos fueron conducidos a Salta donde fueron inhumados el 12 de noviembre de 1845.
El general Alemán fue un ardiente partidario de la causa federal, habiendo estado siempre su espada y su influencia al servicio de la misma.
En el Museo Histórico Nacional existe una piedra circular (muela de molino) remitida por el señor Padilla cuando fue intendente de Jujuy, la que estuvo colocada en el centro de la plaza principal de aquella ciudad, y que parece fuera la piedra fundamental de un monumento conmemorativo de la guerra sostenida por la Confederación contra Bolivia.  Dicha piedra tiene grabada en forma circular y en gruesos caracteres, la inscripción siguiente: “Se construyó siendo gobernador de la provincia el brigadier general don Pablo Alemán – El Protector Heredia al General Restaurador de las Leyes Rosas – 1837”.
El general Pablo Alemán estaba casado con Juana María Tamayo Arias Renguel, (hermana de la esposa del general doctor José Ignacio Gorriti), la que sobrevivió a su esposo hasta el 6 de enero de 1872, fecha en que falleció en Salta.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
Portal www.revisionistas.com.ar
Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1938).

jueves, 6 de julio de 2017

Sobre Batallas y Combates: La Lucha de Independencia en Jujuy: Los Triunfos de Humahuaca y de Volcán - 1817



                                                                                          Investigación y recopilación Prof. Manuel Omar Armas[1]



Según el Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispano de Corominas y Pascual, el término "batalla" procede del ocitánico antiguo u occitano  (lengua romance que se hablaba en la zona de Occitania, sur de Francia entre España e Italia) "batal- ha" o del bajo latín afrancesado "battalia". Ambos procedentes del latín tardío "battualia" que significa 'esgrima'. Por motivos fonéticos, las formas del francés "bataille" y la del castellano deben pro­ceder del catalán "batalla" aunque hay diversas opiniones al respecto. La primera documenta­ción figura en el Cid en 1131. La palabra arcai­ca utilizada era "lid"; y "batalla", se consideraba un neologismo hasta que se consolidó para referirse al combate entre reyes o entre dos individuos cualesquiera. Partiendo de estas acciones propias de caballería y del hacer las guerras internacionales, poco a poco desplazó a "lid".  
En cuanto al significado, el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE, 2017) ofrece varias acepciones y da múltiples explicaciones del término, de las que nos interesan las siguientes:     
1. f. Combate o serie de combates de un ejército con otro, o de una armada naval con otra.
2. f. Acción o conjunto de acciones ofensivas encaminadas a la obtención de un objetivo
3. f. Antiguamente, centro del ejército, a distinción de la vanguardia y retaguardia.
4. f. Cada una de las partes en que se dividía antiguamente el ejército.
El Diccionario de Uso de María Moliner (es el diccionario que más se usa junto al DRAE como referencia para escritores de todo tipo, por ejemplo literatos, periodistas, e incluso escritores de documentación técnica) dice como primera acepción: “cada episodio de una guerra en que se encuentran y luchan los ejércitos enemigos”. Este término se relaciona con otras palabras con las que forma una familia léxica, es decir, que comparten entre ellas el mismo lexema o raíz como batallón, batallita, batallador, batallar, etc. . Por otra parte, forma un "campo semántico", esto es, un 'conjunto de unidades léxicas de una lengua que comprende términos liga­dos entre sí por referirse a un mismo orden de realidades o ideas' (DRAE, 2001). En este sentido, "batalla" también se relaciona con ejército, división, legión, cuerpo  de tropa, batallón, escuadrón, regimiento, comandan­te en jefe, etc
Para Julián Pérez Porto y María Merino referentes del Diccionario “Definición de”,  una batalla  es un combate entre dos o más fuerzas, es una etapa o un enfrentamiento que se produce en el marco de un conflicto bélico mayor, como una guerra o una campaña militar. Cada batalla queda definida por el espacio geográfico y el periodo temporal en que se lleva a cabo. De esta forma es posible distinguir los distintos episodios de este tipo en el contexto de la guerra.
A lo largo de la historia es interesante establecer que se han seguido diversos criterios a la hora de titular o denominar a un enfrentamiento batalla. Así, se han utilizado desde la fecha en la que tenía lugar hasta el nombre del espacio donde se llevaba a cabo.
Los especialistas en cuestiones militares señalan que las guerras deben planearse a partir de una estrategia, mientras que las batallas requieren de la aplicación de una táctica, y que es posible distinguir entre distintos tipos de batallas:
-        La batalla de encuentro; es aquella que estalla de forma casi espontánea, sin que las fuerzas hayan preparado sus ataques o defensas.
-        La batalla de desgaste aspira a que el enemigo sufra mayores pérdidas que las propias, que son admitidas como normales en este contexto.
-        La batalla de aniquilación, la batalla de circunvalación y la batalla envolvente son otros tipos de batallas.
También se ha definido a una batalla como “aquella situación específica dentro de un conflicto bélico mayor en la cual se enfrentan dos partes con el objetivo de obtener la victoria” (diccionario enciclopédico ABC).
Las partes enfrentadas en una batalla pueden ser ejércitos y hasta simplemente grupos que combaten sin mayor complejidad. A lo largo de la historia, numerosas batallas y combates se han vuelto muy famosos por varias razones como los personajes intervinientes, las estrategias utilizadas, el número de muertos y, obviamente, los resultados de la misma para cada lado de los que se enfrentaban. Por lo general, cuestiones como el armamento, el liderazgo, el lugar en el que la batalla se llevó a cabo tienen directa injerencia sobre el desarrollo de enfrentamiento y del resultado de la guerra.
Hay una diferencia obvia en el modo de luchar en las batallas a lo largo del tiempo. Según Jorge Ariel Vigo (2005). En su obra “Fuego y Maniobra: Breve Historia del Arte Táctico” Las primeras batallas debieron de ser entre rivales totalmente desorganizados (recientemente se ha descubierto la primera evidencia convincente de una importante batalla de la Edad del Bronce). Sin embargo, durante las guerras del Imperio romano, los bárbaros continuaron usando métodos que implicaban multitudes desorganizadas (o solo puntualmente organizadas, como para una emboscada, llamadas hordas). Ya en el Siglo de las Luces, los ejércitos comenzaron a luchar en líneas altamente disciplinadas, donde cada una seguía las órdenes de sus oficiales y luchaba como una unidad sola en lugar de como individuos aislados, retomando la tradición romana de combate. Cada ejército estaba dividido en regimientosbatallonescompañías y pelotones. Estos ejércitos marcharían alineados y en divisiones.  Por otro lado, los indígenas americanos, no luchaban en líneas, sino que utilizaban en su lugar métodos de guerrilla. Los Estados Unidos durante la Revolución Americana también utilizaron esta táctica. En Europa, durante las Guerras Napoleónicas, se continuaron usando líneas disciplinadas, incluso en la Guerra Civil Estadounidense. Más tarde, durante la Primera Guerra Mundial, se impuso un nuevo estilo denominado guerra de trincheras, indispensable ante la escasa movilidad del ejército y el uso masivo de artillería y ametralladoras, la guerra se volvió estática al no poder abrir brechas de suficiente profundidad. A esto le siguió la radio, para la comunicación entre batallones. Posteriormente, la guerra química también emergió con el uso de gas venenoso durante la Primera Guerra Mundial y la Guerra Austro-Prusiana .
Algunas batallas son nombradas de esta manera por convenio entre los historiadores militares con objeto de ordenar y distinguir los períodos de los combates entre sí. Tras la Primera Guerra Mundial, se formó un Comité de Nomenclatura de Batallas Británico, con el objetivo de decidir unos nombres estándar para todas las batallas y combates[2].
Muchos enfrentamientos son demasiado pequeños para merecer un nombre; los términos como “acción”, “escaramuza”, “asalto” o “patrulla ofensiva” son utilizados para describir enfrentamientos o batallas a pequeña escala que no tienen una gran significación en la contienda (Keegan, John -2004). Algunas veces, los mismos participantes no son capaces de decidir si el enfrentamiento en el que participaron es realmente una batalla, un combate o simplemente una acción[3].


Dicho esto podemos referirnos a lo ocurrido en Humahuaca el 1 de marzo de 1817 y en Volcán
Los hechos objetivos nos dicen que Manuel Eduardo Arias al frente de 150 hombres planifico el ataque al pueblo de Humahuaca que había sido fortificado por los realistas para ser el principal centro de abastecimientos de la retaguardia y centro de comunicaciones. La lucha duro desde las 03,00 hasta las 06,30 hs., quedando en poder de Arias 7 cañones, 100 Fusiles, municiones, 30 cargas de harina y aguardiente, 86 Soldados prisioneros, Siete oficiales, un fraile capellán, 2.000 ovejas,60 vacas y 16 mulas.
Esta acción significo el principio del fin de la Gran Invasión de La Serna, quien luego de ocupar Salta y por el constante acoso de Güemes y sus gauchos debió abandonar el norte argentino a mediados de 1817, dándole a San Martin la tranquilidad necesaria para la Campaña Libertadora. Esto marca que el “Triunfo de Humahuaca” provoco un cambio en el teatro de operaciones de la contienda, de allí su importancia.
En el marco del VI Encuentro de Historiadores organizado por el Instituto Belgraniano de Jujuy, realizado en Ledesma entre el 26 y el 28 de Mayo, (en el que tuve la distinción de participar y estar en la comisión Ejecutiva), luego de una excelente presentación sobre la lucha de independencia y los teatros de operaciones realizada por el historiador Carlos María MARTURET [4], se planteó como tema la diferencia que hay entre una batalla y un combate, luego de un muy interesante intercambio de ideas en donde participaron los historiadores Claudio MORALES GORLERI [5], Martín Román VILLAGRÁN SAN MILLÁN [6] y Luis GRENNI [7]. En esta charla se concluyó que la diferencia entre un batalla y un combate está dada por la importancia y significación que tiene un enfrentamiento para las acciones en el teatro de operaciones. La batalla marca un antes y un después para el desarrollo de la campaña militar para ambos bandos; el combate en cambio es un enfrentamiento que no produce cambios significativos en la contienda. Consultados específicamente sobre el Combate o Batalla de Humahuaca, coincidieron que en esta se daban todas las características para que actualmente se lo considere como una Batalla. También se destacó que para la época eran muy distintos los enfrentamientos entre los ejércitos europeos, como por ejemplo las guerras napoleónicas, en donde participaban ejércitos de 20.000 a 120.000 hombres en una batalla, y en donde las bajas ascendían entre  2.000 y 45.000 muertos en cada bando (Batallas de Ulm, Borodin, Bailen, etc.) mientras que en nuestro territorio las batallas más importantes no superaban los 4.000 hombres con bajas de 600 o 800 hombres, lo que marca una diferencia notable en el tipo de enfrentamiento y las cantidades de bajas, por lo que el concepto europeo de batalla debía adaptarse a nuestra realidad histórica.
 Por todo lo expuesto el “Triunfo de Humahuaca” bien puede ser llamado Batalla, sin que sea caer en exageraciones.
Los Combates de Volcán (29/05/1811, 3-04-1817 y 29-5-1817)
Después de la derrota de Huaqui, el general Goyeneche designo a  Pio Tristán para recuperar los territorios perdidos por los realistas, por lo menos hasta Tucumán, una avanzada de estas tropas comenzó a operar en la Quebrada de Humahuaca a principios de mayo, el 29 de mayo de 1811, los comandantes José Gabino de la Quintana y Juan Antonio Rojas, obligaban a los realistas a retroceder hacia la Posta de Volcán, donde los nuevamente, debiendo estos replegarse hasta que pudieran recibir auxilios.  
Luego del Triunfo de Humahuaca en 1817 la Serna envió a Olañeta y Centeno a perseguir a Eduardo Arias, sin lograr su cometido Centeno retrocedió hasta Humahuaca volviendo sobre sus pasos. A la vanguardia de la tropa marchaba el coronel Antonio de Seoane con más de doscientos hombres, siendo hostigado permanentemente por los gauchos de Arias, entrar en Volcán el 3 de abril le salió al paso el Comandante Alejandro Burela quien enfrento a los realistas provocándole gran cantidad de muertos y heridos, tomándose además prisionero al Jefe realista Antonio de Seoane, quien fue enviado como prisionero a Bs As. .de donde se escapó.
El 21 de Mayo de 1817 las tropas de La Serna abandonaban Jujuy, retrocediendo por el camino de la Quebrada. Durante la marcha fueron permanentemente hostigados por las partidas gauchas "quienes causaban la desaparición de la caballada y los atacaban con piedras desde los cerros a falta de armamento. El 28 de Mayo los realistas establecieron su campamento en Chorrillos (cerro ubicado en el límite de los dptos. Dr. Manuel Belgrano y Tumbaya). Al día siguiente para proteger su retirada prendieron fuego a todo el campo extendiéndose el fuego a los cerros vecinos, buscando la protección del viento, de las llamas y el humo.  Ante tal situación el Coronel José Apolinario Saravia, ordenó al comandante Juan Antonio Rojas, que se adelantase para ocupar el bajo del Abra de Volcán en poder del enemigo, mientras que él con una división de 150 hombres, saldría en su persecución hasta reunirse con Rojas. Los cargaron vigorosamente contra Saravia y Rojas quienes se replegaron hasta el Arroyo del Medio, donde fueron reforzados por los gauchos de la división de José Gabino de la Quintana. Los enemigos, guarnecidos en las casas de la Posta, les prepararon una emboscada con unos 100 hombres que se habían ocultado en ese sitio. El brigadier Pedro Antonio de Olañeta, se apostó en la margen del río con la caballería, y el grueso de las tropas con el teniente coronel Jerónimo Valdés a su frente. Cuando los gauchos cayeron sobre ellos, los realistas comenzaron a retroceder según lo planeado protegiéndose con el fuego de un cañón. Los gauchos contestaron el fuego hasta que la infantería de Valdés llegó al sitio y el grueso del Ejército Real del Alto Perú entró en combate. Frente a esto los gauchos retrocedieron hasta el Abra y allí vieron que el viento había cambiado de dirección y que soplaba hacia donde se encontraba el enemigo. De inmediato azuzaron más fuego del campo y las llamas avanzaron sobre el terreno enemigo, el que se vio obligado a huir, replegándose hacia en el caserío de Tumbaya donde acampó esa noche con numerosas bajas y heridos. El combate había comenzado a las 9 de la mañana y duró hasta la puesta del sol con cortos intervalos.
Más allá de las denominación (podemos denominarlos “Triunfos“ para no herir susceptibilidades) es importante conocer y valorar la importancia que tiene estos “hechos de armas” de la Guerra de Independencia, en la historia regional, nacional e incluso con proyección latinoamericana ya que podemos inscribirlos dentro del pedido que San Martin planteara a Güemes  sobre la necesidad estratégica de evitar a toda costa el avance de los realistas por el norte de nuestro país para permitirle realizar la campaña Libertadora tal cual como lo estaba realizando en esos momento. El mismo Belgrano, en carta dirigida al Director supremo Pueyrredón decía sobre los acontecimientos de 1817:
“Este año de 1817, vale tanto o más como el 20 de febrero de 1813, para la historia de la patria”
Es necesario que los jujeños seamos conscientes de nuestro pasado para valorar el sacrificio no solo de nuestros gauchos, sino de todos los Héroes conocidos, sino también de nuestros Héroes anónimos, de nuestro pueblo, que sin distinciones de origen o clase social dieron todo por la libertad y la independencia de nuestra patria.

Bibliografía
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Paleari , Juan A :Diccionario General de la Provincia de Jujuy Tomo 11, Gob. De Jujuy 1993,
Paleari, Antonio: Diccionario Geográfico de la Provincia de Jujuy
Sanchez De Bustamante, Teófilo: Biografías Históricas de Jujuy
Vergara, Miguel Ángel: Compendio de la Historia de Jujuy




[1] Docente de Historia en los niveles medio y superior, Diplomado Universitario en Historia Argentina y Latinoamericana, Presidente del Colegio de Profesores de Historia e Integrante del Instituto de Estudios Históricos, “Gral. Manuel Eduardo Arias”.
[2] Para los soldados que habían luchado, la distinción era puramente académica: un soldado que hubiera luchado en Beaumont Hamel el 13 de noviembre de 1916 probablemente ignorara que estaba tomando parte en lo que el comité denominaría “Batalla de Ancre”.
[3] Tras la Batalla de Waterloo algunos oficiales británicos dudaban de si los eventos acaecidos a lo largo de ese día merecían el título de “batalla” o habían sido una mera “acción”,
[4] Gral. Brig. (R) "VGM", Miembro de Número y Secretario académico del Instituto Nacional Belgraniano.
[5]  Tte.  Cnel. (R), Doctor en Historia egresado de la Universidad del Salvador, docente e investigador universitario, Miembro de Número de la Academia Nacional Sanmartiniana, del Instituto Nacional Belgraniano y del Instituto de Historia Militar Argentina, director del equipo de Investigación Histórica de la escuela de Guerra y director de la Maestría en Historia de la Guerra en la Escuela Superior de Guerra
[6] Abogado y Magister en Historia de la Guerra y  Miembro de Número del Instituto Nacional Belgraniano y académico del Instituto Güemesiano
[7] Vicepresidente del Instituto Belgraniano de Jujuy.