Investigación y recopilación Prof. Manuel Omar Armas[1]
Según el Diccionario Crítico Etimológico
Castellano e Hispano de Corominas y Pascual, el término "batalla"
procede del ocitánico antiguo u occitano (lengua romance que se hablaba en la zona de
Occitania, sur de Francia entre España e Italia) "batal- ha" o del
bajo latín afrancesado "battalia". Ambos procedentes del latín tardío
"battualia" que significa 'esgrima'. Por motivos fonéticos, las
formas del francés "bataille" y la del castellano deben proceder del
catalán "batalla" aunque hay diversas opiniones al respecto. La
primera documentación figura en el Cid en 1131. La palabra arcaica utilizada
era "lid"; y "batalla", se consideraba un neologismo hasta
que se consolidó para referirse al combate entre reyes o entre dos individuos
cualesquiera. Partiendo de estas acciones propias de caballería y del hacer las
guerras internacionales, poco a poco desplazó a "lid".
En cuanto al significado, el Diccionario de la Real Academia Española
(DRAE, 2017) ofrece varias acepciones y da múltiples explicaciones del término,
de las que nos interesan las siguientes:
1.
f. Combate o serie de combates de un ejército con otro, o de una armada naval
con otra.
2.
f. Acción o conjunto de acciones ofensivas encaminadas a la obtención de un
objetivo
3.
f. Antiguamente, centro del ejército, a distinción de la vanguardia y
retaguardia.
4.
f. Cada una de las partes en que se dividía antiguamente el ejército.
El Diccionario de Uso de María Moliner (es el
diccionario que más se usa junto al DRAE como referencia para escritores de
todo tipo, por ejemplo literatos, periodistas, e incluso escritores de documentación
técnica) dice como primera acepción: “cada episodio de una guerra en que se
encuentran y luchan los ejércitos enemigos”. Este término se relaciona con
otras palabras con las que forma una familia léxica, es decir, que comparten
entre ellas el mismo lexema o raíz como batallón, batallita, batallador,
batallar, etc. . Por otra parte, forma un "campo semántico", esto es,
un 'conjunto de unidades léxicas de una lengua que comprende términos ligados
entre sí por referirse a un mismo orden de realidades o ideas' (DRAE, 2001). En
este sentido, "batalla" también se relaciona con ejército, división,
legión, cuerpo de tropa, batallón, escuadrón,
regimiento, comandante en jefe, etc
Para Julián Pérez Porto y María Merino referentes
del Diccionario “Definición de”, una batalla
es
un combate entre dos o más fuerzas,
es una etapa o un enfrentamiento que se produce en el marco de un conflicto
bélico mayor, como una guerra o una campaña militar. Cada
batalla queda definida por el espacio geográfico y el periodo temporal en que
se lleva a cabo. De esta forma es posible distinguir los distintos episodios de
este tipo en el contexto de la guerra.
A lo
largo de la historia es interesante establecer que se han seguido diversos
criterios a la hora de titular o denominar a un enfrentamiento batalla. Así, se
han utilizado desde la fecha en la que tenía lugar hasta el nombre del espacio
donde se llevaba a cabo.
Los especialistas en cuestiones militares señalan
que las guerras deben planearse a partir de una estrategia, mientras que las batallas requieren de la
aplicación de una táctica, y que es posible distinguir entre
distintos tipos de batallas:
-
La batalla de encuentro; es
aquella que estalla de forma casi espontánea, sin que las fuerzas hayan
preparado sus ataques o defensas.
-
La batalla de desgaste aspira a
que el enemigo sufra mayores pérdidas que las propias, que son admitidas como
normales en este contexto.
-
La batalla de aniquilación, la batalla de circunvalación y
la batalla envolvente son otros
tipos de batallas.
También
se ha definido a una batalla como “aquella situación específica dentro de un
conflicto bélico mayor en la cual se enfrentan dos partes con el objetivo de
obtener la victoria” (diccionario enciclopédico ABC).
Las
partes enfrentadas en una batalla pueden ser ejércitos y hasta simplemente
grupos que combaten sin mayor complejidad. A lo largo de la historia, numerosas
batallas y combates se han vuelto muy famosos por varias razones como los
personajes intervinientes, las estrategias utilizadas, el número de muertos y,
obviamente, los resultados de la misma para cada lado de los que se
enfrentaban. Por lo general, cuestiones como el armamento, el liderazgo, el
lugar en el que la batalla se llevó a cabo tienen directa injerencia sobre el
desarrollo de enfrentamiento y del resultado de la guerra.
Hay una
diferencia obvia en el modo de luchar en las batallas a lo largo del tiempo. Según
Jorge Ariel Vigo (2005). En su obra “Fuego y Maniobra: Breve Historia del Arte
Táctico” Las primeras batallas debieron de ser entre rivales totalmente
desorganizados (recientemente se ha descubierto la primera evidencia
convincente de una importante batalla de la Edad del Bronce). Sin embargo,
durante las guerras del Imperio romano, los bárbaros continuaron usando métodos que implicaban
multitudes desorganizadas (o solo puntualmente organizadas, como para una emboscada,
llamadas hordas). Ya en el Siglo de las Luces, los ejércitos comenzaron a luchar en líneas
altamente disciplinadas, donde cada una seguía las órdenes de sus oficiales y
luchaba como una unidad sola en lugar de como individuos aislados, retomando la
tradición romana de combate. Cada ejército estaba dividido en regimientos, batallones, compañías y pelotones. Estos ejércitos marcharían alineados y en
divisiones. Por otro lado, los indígenas
americanos, no luchaban en líneas, sino que utilizaban en su lugar métodos
de guerrilla. Los Estados Unidos durante la Revolución Americana también utilizaron esta táctica. En Europa, durante las Guerras Napoleónicas, se continuaron usando líneas
disciplinadas, incluso en la Guerra
Civil Estadounidense. Más
tarde, durante la Primera Guerra Mundial, se impuso un nuevo estilo
denominado guerra de trincheras, indispensable ante la escasa
movilidad del ejército y el uso masivo de artillería y ametralladoras, la
guerra se volvió estática al no poder abrir brechas de suficiente profundidad.
A esto le siguió la radio, para la comunicación entre
batallones. Posteriormente, la guerra química también emergió con el uso de gas venenoso
durante la Primera Guerra Mundial y la Guerra Austro-Prusiana .
Algunas
batallas son nombradas de esta manera por convenio entre los historiadores militares con objeto de ordenar y
distinguir los períodos de los combates entre sí. Tras la Primera Guerra
Mundial, se formó un Comité de Nomenclatura de Batallas Británico, con el
objetivo de decidir unos nombres estándar para todas las batallas y combates[2].
Muchos
enfrentamientos son demasiado pequeños para merecer un nombre; los términos
como “acción”, “escaramuza”, “asalto” o “patrulla ofensiva” son utilizados para
describir enfrentamientos o batallas a pequeña escala que no tienen una gran
significación en la contienda (Keegan, John -2004). Algunas veces, los mismos
participantes no son capaces de decidir si el enfrentamiento en el que
participaron es realmente una batalla, un combate o simplemente una acción[3].
Dicho
esto podemos referirnos a lo ocurrido en Humahuaca el 1 de marzo de 1817 y en
Volcán
Los
hechos objetivos nos dicen que Manuel Eduardo Arias al frente de 150 hombres
planifico el ataque al pueblo de Humahuaca que había sido fortificado por los
realistas para ser el principal centro de abastecimientos de la retaguardia y
centro de comunicaciones. La lucha duro desde las 03,00 hasta las 06,30 hs.,
quedando en poder de Arias 7 cañones, 100 Fusiles, municiones, 30 cargas de
harina y aguardiente, 86 Soldados prisioneros, Siete oficiales, un fraile capellán,
2.000 ovejas,60 vacas y 16 mulas.
Esta
acción significo el principio del fin de la Gran Invasión de La Serna, quien
luego de ocupar Salta y por el constante acoso de Güemes y sus gauchos debió
abandonar el norte argentino a mediados de 1817, dándole a San Martin la
tranquilidad necesaria para la Campaña Libertadora. Esto marca que el “Triunfo
de Humahuaca” provoco un cambio en el teatro de operaciones de la contienda, de
allí su importancia.
En
el marco del VI Encuentro de Historiadores organizado por el Instituto
Belgraniano de Jujuy, realizado en Ledesma entre el 26 y el 28 de Mayo, (en el
que tuve la distinción de participar y estar en la comisión Ejecutiva), luego
de una excelente presentación sobre la lucha de independencia y los teatros de
operaciones realizada por el historiador Carlos María MARTURET [4], se planteó como tema la
diferencia que hay entre una batalla y un combate, luego de un muy interesante
intercambio de ideas en donde participaron los historiadores Claudio MORALES
GORLERI [5], Martín Román VILLAGRÁN
SAN MILLÁN [6]
y Luis GRENNI [7].
En esta charla se concluyó que la diferencia entre un batalla y un combate está
dada por la importancia y significación que tiene un enfrentamiento para las
acciones en el teatro de operaciones. La batalla marca un antes y un después
para el desarrollo de la campaña militar para ambos bandos; el combate en
cambio es un enfrentamiento que no produce cambios significativos en la
contienda. Consultados específicamente sobre el Combate o Batalla de Humahuaca,
coincidieron que en esta se daban todas las características para que
actualmente se lo considere como una Batalla. También se destacó que para la
época eran muy distintos los enfrentamientos entre los ejércitos europeos, como
por ejemplo las guerras napoleónicas, en donde participaban ejércitos de 20.000
a 120.000 hombres en una batalla, y en donde las bajas ascendían entre 2.000 y 45.000 muertos en cada bando (Batallas
de Ulm, Borodin, Bailen, etc.) mientras que en nuestro territorio las batallas más
importantes no superaban los 4.000 hombres con bajas de 600 o 800 hombres, lo
que marca una diferencia notable en el tipo de enfrentamiento y las cantidades
de bajas, por lo que el concepto europeo de batalla debía adaptarse a nuestra
realidad histórica.
Por todo lo expuesto el “Triunfo de Humahuaca”
bien puede ser llamado Batalla, sin que sea caer en exageraciones.
Los
Combates de Volcán (29/05/1811, 3-04-1817 y 29-5-1817)
Después
de la derrota de Huaqui, el general Goyeneche designo a Pio Tristán para recuperar los
territorios perdidos por los realistas, por lo menos hasta Tucumán, una
avanzada de estas tropas comenzó a operar en la Quebrada de Humahuaca a
principios de mayo, el 29 de mayo de 1811, los comandantes José Gabino de la
Quintana y Juan Antonio Rojas, obligaban a los realistas a retroceder hacia la
Posta de Volcán, donde los nuevamente, debiendo estos replegarse hasta que
pudieran recibir auxilios.
Luego
del Triunfo de Humahuaca en 1817 la Serna envió a Olañeta y Centeno a perseguir
a Eduardo Arias, sin lograr su cometido Centeno retrocedió hasta Humahuaca volviendo
sobre sus pasos. A la vanguardia de la tropa marchaba el coronel Antonio de Seoane
con más de doscientos hombres, siendo hostigado permanentemente por los gauchos
de Arias, entrar en Volcán el 3 de abril le salió al paso el Comandante
Alejandro Burela quien enfrento a los realistas provocándole gran cantidad de muertos
y heridos, tomándose además prisionero al Jefe realista Antonio de Seoane, quien
fue enviado como prisionero a Bs As. .de donde se escapó.
El
21 de Mayo de 1817 las tropas de La Serna abandonaban Jujuy, retrocediendo por
el camino de la Quebrada. Durante la marcha fueron permanentemente hostigados
por las partidas gauchas "quienes causaban la desaparición de la caballada
y los atacaban con piedras desde los cerros a falta de armamento. El 28 de Mayo
los realistas establecieron su campamento en Chorrillos (cerro ubicado en el
límite de los dptos. Dr. Manuel Belgrano y Tumbaya). Al día siguiente para
proteger su retirada prendieron fuego a todo el campo extendiéndose el fuego a
los cerros vecinos, buscando la protección del viento, de las llamas y el humo. Ante tal situación el Coronel José Apolinario
Saravia, ordenó al comandante Juan Antonio Rojas, que se adelantase para ocupar
el bajo del Abra de Volcán en poder del enemigo, mientras que él con una
división de 150 hombres, saldría en su persecución hasta reunirse con Rojas. Los
cargaron vigorosamente contra Saravia y Rojas quienes se replegaron hasta el
Arroyo del Medio, donde fueron reforzados por los gauchos de la división de
José Gabino de la Quintana. Los enemigos, guarnecidos en las casas de la Posta,
les prepararon una emboscada con unos 100 hombres que se habían ocultado en ese
sitio. El brigadier Pedro Antonio de Olañeta, se apostó en la margen del río
con la caballería, y el grueso de las tropas con el teniente coronel Jerónimo
Valdés a su frente. Cuando los gauchos cayeron sobre ellos, los realistas
comenzaron a retroceder según lo planeado protegiéndose con el fuego de un
cañón. Los gauchos contestaron el fuego hasta que la infantería de Valdés llegó
al sitio y el grueso del Ejército Real del Alto Perú entró en combate. Frente a
esto los gauchos retrocedieron hasta el Abra y allí vieron que el viento había
cambiado de dirección y que soplaba hacia donde se encontraba el enemigo. De
inmediato azuzaron más fuego del campo y las llamas avanzaron sobre el terreno
enemigo, el que se vio obligado a huir, replegándose hacia en el caserío de
Tumbaya donde acampó esa noche con numerosas bajas y heridos. El combate había
comenzado a las 9 de la mañana y duró hasta la puesta del sol con cortos
intervalos.
Más
allá de las denominación (podemos denominarlos “Triunfos“ para no herir susceptibilidades)
es importante conocer y valorar la importancia que tiene estos “hechos de
armas” de la Guerra de Independencia, en la historia regional, nacional e
incluso con proyección latinoamericana ya que podemos inscribirlos dentro del
pedido que San Martin planteara a Güemes
sobre la necesidad estratégica de evitar a toda costa el avance de los
realistas por el norte de nuestro país para permitirle realizar la campaña
Libertadora tal cual como lo estaba realizando en esos momento. El mismo Belgrano,
en carta dirigida al Director supremo Pueyrredón decía sobre los
acontecimientos de 1817:
“Este
año de 1817, vale tanto o más como el 20 de febrero de 1813, para la historia
de la patria”
Es
necesario que los jujeños seamos conscientes de nuestro pasado para valorar el
sacrificio no solo de nuestros gauchos, sino de todos los Héroes conocidos,
sino también de nuestros Héroes anónimos, de nuestro pueblo, que sin
distinciones de origen o clase social dieron todo por la libertad y la independencia
de nuestra patria.
Bibliografía
AGN Partes
Oficiales y documentos relativos a la Guerra de independencia Argentina – 1901
Bidondo, Emilio:
La Guerra de la Independencia en el Norte Argentino
CFI. Datos sobre
Volcán – 20015
Definición
y etimología de batalla definiciona.com 2015
Javier
Ferrer - Cecilia Bembibre: Diccionario enciclopédico ABC Definicion ABC
–general-batalla 2017
Joan
Corominas, José A.: Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico,
Pascual Gredos, 1991
Jorge
Ariel Vigo: Fuego y Maniobra (Breve Historia del Arte Táctico). Buenos Aires
2005
Julián
Pérez Porto y María Merino: Definición de batalla Definicion.de, 2013.
Keegan,
John . El Rostro de la Batalla,. Turner. 2013
Maria
Moliner : Diccionario de Uso del Español.. Editorial Gredos. 1981.
Paleari , Juan A :Diccionario
General de la Provincia de Jujuy Tomo 11, Gob. De Jujuy 1993,
Paleari, Antonio:
Diccionario Geográfico de la Provincia de Jujuy
Sanchez De
Bustamante, Teófilo: Biografías Históricas de Jujuy
Vergara, Miguel
Ángel: Compendio de la Historia de Jujuy

[1] Docente
de Historia en los niveles medio y superior, Diplomado Universitario en
Historia Argentina y Latinoamericana, Presidente del Colegio de Profesores de
Historia e Integrante del Instituto de Estudios Históricos, “Gral. Manuel
Eduardo Arias”.
[2] Para los soldados que habían luchado, la distinción
era puramente académica: un soldado que hubiera luchado en Beaumont Hamel el 13 de noviembre de 1916 probablemente ignorara que estaba tomando
parte en lo que el comité denominaría “Batalla de Ancre”.
[3] Tras
la Batalla de Waterloo algunos oficiales británicos dudaban de si los eventos
acaecidos a lo largo de ese día merecían el título de “batalla” o habían sido
una mera “acción”,
[4] Gral.
Brig. (R) "VGM", Miembro de Número y Secretario académico del
Instituto Nacional Belgraniano.
[5] Tte.
Cnel. (R), Doctor en Historia egresado de la Universidad del Salvador,
docente e investigador universitario, Miembro de Número de la Academia Nacional
Sanmartiniana, del Instituto Nacional Belgraniano y del Instituto de Historia
Militar Argentina, director del equipo de Investigación Histórica de la escuela
de Guerra y director de la Maestría en Historia de la Guerra en la Escuela
Superior de Guerra
[6] Abogado
y Magister en Historia de la Guerra y Miembro de Número del Instituto Nacional
Belgraniano y académico del Instituto Güemesiano
[7]
Vicepresidente del Instituto Belgraniano de Jujuy.
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